¿Hacer ejercicio o no hacer ejercicio cuando se observan síntomas de gripe o COVID-19?

Los síntomas comunes de COVID-19 son fiebre, tos, falta de aire y dificultad para respirar. En casos graves, la infección causa neumonía, síndrome de respiración aguda, insuficiencia orgánica e incluso la muerte. Los síntomas suelen aparecer en un plazo de dos a 14 días y es difícil para un profesional ajeno a la salud diferenciar entre la gripe o el COVID-19 En cualquier caso, la actividad física o la persona que hace ejercicio debe buscar un diagnóstico médico y suspender la actividad física y el ejercicio inmediatamente. Los datos actuales sugieren que la mediana del tiempo desde el inicio hasta la recuperación clínica para los casos leves de COVID-19 es de aproximadamente dos semanas y de tres a seis semanas o más para los pacientes con enfermedad grave o crítica.

Cuando se presentan dolores corporales, fatiga, fiebre o síntomas como dolor de estómago o tos seca, se recomienda reposo en cama hasta que los síntomas desaparezcan. Incluso en este punto, tomar un descanso de la actividad física o hacer ejercicio durante unos días es sensato para que el cuerpo recupere la   función completa. Siempre es útil utilizar el cuerpo como guía para determinar cuándo reanudar la actividad física o el ejercicio, pero tenga cuidado de no esforzarse demasiado. Si uno no está seguro de si hacer ejercicio o cuándo, es vital hablar con su médico. Al convertirse en actividad física o comenzar a hacer ejercicio después de una enfermedad, reduzca la actividad física y la intensidad y duración del ejercicio durante varios días o incluso semanas.

La recuperación completa depende de la gravedad y la duración de la enfermedad. Cada individuo responde y se recupera de manera diferente a las enfermedades. Intentar actividad física o hacer ejercicio con una intensidad y duración de ejercicio regular antes de recuperarse por completo, aumenta el riesgo de lesiones o enfermedades más graves.

Al iniciar un programa de actividad física o de ejercicios en  medio de una pandemia, las recomendaciones de salud pública para el distanciamiento social y las prácticas de higiene son consideraciones primordiales al iniciar un programa de actividad física o de ejercicios. La actividad física y la reducción de la conducta sedentaria se logra fácilmente evitando estar sentado durante períodos prolongados, realizando pausas breves para realizar movimientos o actividades, utilizando clases de ejercicios en línea y utilizando tecnologías móviles como aplicaciones telefónicas y sensores portátiles para fomentar el movimiento. Algunos ejemplos de ejercicios en el hogar que no requieren grandes espacios o equipos y que se practican fácilmente en todo momento del día incluyen caminar, subir escaleras, levantar y cargar alimentos, sentadillas en silla, flexiones de brazos, abdominales, saltar la cuerda, yoga, pilates y Thai Chi. Un programa de ejercicio inicial debe comenzar con intensidades bajas durante períodos cortos y progresar lentamente a una actividad física más intensa o períodos de ejercicio de mayor duración. Debido a que estas actividades se realizan fácilmente en el hogar, se reducen o eliminan las dificultades para encontrar instalaciones con el espacio adecuado y el equipo específico.

Idealmente, las actividades de fortalecimiento se incluyen en las actividades diarias al menos dos veces por semana. Las personas susceptibles a enfermedades crónicas como enfermedades cardiovasculares o pulmonares deben buscar asesoramiento de los proveedores de atención de la salud sobre ejercicios seguros.

Se recomienda para niños y jóvenes de cinco años a 17 años la acumulación de al menos 60 minutos de actividad física diaria de intensidad moderada a vigorosa. Además, se recomiendan actividades de     intensidad vigorosa que fortalezcan los músculos y los huesos al menos tres veces por semana.

Si realiza actividad física o ejercicio con regularidad y desea mejorar aún más la aptitud cardiovascular y muscular, comenzar repentinamente un programa de entrenamiento de ejercicio aeróbico y de resistencia intenso o realizar ejercicio prolongado de alta intensidad no acostumbrado no es prudente, ya que dicho entrenamiento de actividad física o ejercicio puede conducir a una función inmunológica reducida. Por lo tanto, si ya está físicamente activo o hace ejercicio con regularidad, pero desea volverse más activo físicamente, ajuste la programación de ejercicios de forma lenta y progresiva para obtener nuevos objetivos de acondicionamiento físico y reducir la probabilidad de cualquier impacto negativo en el sistema inmunológico.

 

Referencias
Woods, J. H.-C. (2020). The COVID-19 pandemic and physical activity.

Zhou, F. Y. (2020). Clinical course and risk factors for mortality of adult inpatients with COVID-19 in Wuhan, China: a retrospective cohort study. The lancet, 395(10229),1054-1062.

Orellana, M. V.-R.-M. (2020). Nutrientes, alimentación y actividad física como potenciadores del sistema inmune en tiempos de COVID-19. ARS MEDICA Revista de Ciencias Médicas, 45(4), 48-60.

Sánchez-Nava, V. M. (2021). Nutrición enteral en el paciente con COVID-19. Medicina Interna de México, 36(S4), 61-63.

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